Domingo 18º del tiempo ordinario.
Todos necesitamos las cosas
imprescindibles para la vida, pero nuestra experiencia humana nos sigue
recordando sin cesar lo que Jesús, hace mucho tiempo ya, nos dijo en el
evangelio: ¡El acumular riqueza no da la felicidad!
La alegría de vivir no depende de
graneros llenos o de abultadas cuentas bancarias.
La calidad de vida y su alegría dependen
más bien de la medida de nuestro amor al Señor y a los hermanos, y también de
nuestro compartir generoso con los demás lo que el Señor nos ha regalado.
Así es cómo nos volvemos ricos a los
ojos de Dios.
En este domingo pidamos al Señor que nos
otorgue alegría y felicidad auténticas, junto con su profunda amistad.