Domingo 17º del tiempo ordinario.
La primera oración larga que aprendimos siendo
niños, y que todavía rezamos con más frecuencia, es sin duda el “Padre
Nuestro”.
¿Es el Padrenuestro para nosotros más
que una simple fórmula?
¿Es el Padrenuestro para nosotros, como
lo fue para Jesús, una palabra de afecto y de ternura, y un grito de confianza
y de relación íntima con Dios Padre?
Cada vez que nos reunimos en la
Comunidad pongámosnos con Jesús ante nuestro Padre del cielo, y, sintiendo el
impulso del Espíritu en nuestros corazones, clamamos gozosos y confiados:
“¡Padre, Padre nuestro!”.