30 marzo, 2014

Domingo 4° de Cuaresma


¡ABRIR LOS OJOS!

Estamos ante uno de los milagros más llamativos de Jesús porque se trata de la curación de un ciego de nacimiento, alguien que nunca pudo ver la luz y los colores, alguien que ni siquiera sabía qué significaba ver. 

A los que preguntaban a qué pecado se debía esa ceguera, Jesús les responde que no hay que buscar siempre la causa de un mal en los pecados de la persona; detrás de una enfermedad, puede haber también un misterioso plan de Dios que los hombres no alcanzamos a descubrir. 

Desde el comienzo del capítulo, se indica que este prodigio tiene un valor simbólico, es un signo que quiere mostrar a Jesús como luz del mundo. Jesús da algo de sí (saliva) y lo une al polvo de nuestra tierra para producir el milagro de la luz; el ciego también pone algo de su parte cuando va a lavarse.

Pero la curación del ciego produce un gran revuelo, como todo lo que Jesús hacía. Él nunca deja las cosas igual, siempre quiere trastrocar nuestra comodidad y todas nuestras viejas seguridades. Son particularmente bellas las escenas de intimidad que Jesús tiene con el ciego, y el ciego parece descubrir su dignidad y su lugar en la sociedad (daba lecciones a los fariseos) gracias a este encuentro con el Señor. 

Y cuando el ciego insiste en que Jesús le abrió los ojos, es fácil descubrir que no se refiere sólo a los ojos del cuerpo, sino a los ojos del corazón. Por eso, mientras el ciego se postra ante Jesús, los verdaderos ciegos son los fariseos, ofuscados por el orgullo y la envidia. 

Leyendo este texto, podemos escuchar interiormente la invitación que Jesús nos hace a reconocer nuestras oscuridades, nuestras cegueras, y a invocarlo a Él como luz que viene a disipar nuestras sombras: las sombras de la tristeza, del temor, del odio, de la mediocridad.

Boletín semanal de la diócesis de Punta Arenas - Chile








23 marzo, 2014

DOMINGO 3° DE CUARESMA


“Señor, dame de esa agua; 
así no tendré más sed”

En el camino de la Cuaresma, Moisés representa la etapa del Éxodo, de aquella Pascua que fue imagen y anticipo de la que se cumplió en Jesús. Aquella salida de la esclavitud de Egipto se convierte en profecía de la resurrección y ascensión de Jesús de este mundo al Padre, y anuncio de nuestra propia liberación del mal, del pecado y de la muerte.

Este tercer domingo de Cuaresma, junto a las figuras relevantes de Moisés, Jesús y la samaritana, cabe destacar el especial simbolismo del camino, la sed y el agua. En el evangelio se nos da cuenta de que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, camina por la vida. También se cansa y se fatiga como nosotros. Y tiene sed. Pero Él ha venido a eso. A ser como nosotros y a encontrarse con cada uno, también tantas veces fatigados en la vida, cansados de caminar, sedientos.


La Palabra de Dios nos invita hoy a tomar conciencia una vez más, de que Dios sigue con nosotros, camina a nuestro lado, ofreciéndonos siempre el reposo y aliento que precisamos para continuar con una vida más digna y plena. Reconocemos que muchas veces no acudimos a Él como el mejor pozo, el mejor manantial, la mejor agua para experimentar ya aquí la vida eterna, para vivir para siempre.


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DE LA DIÓCESIS DE PUNTA ARENAS - CHILE

16 marzo, 2014

DOMINGO 2° DE CUARESMA



“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”

Contemplamos en el evangelio de este Segundo Domingo de Cuaresma, la Transfiguración del Señor, escena que nos habla de la Resurrección que tendrá lugar en la Pascua, pero también de la autoridad de Jesús con el que hablan Moisés y Elías –la Ley y los Profetas-. 

Nos habla también de la cercanía de Jesús con sus amigos –los más cercanos, Pedro, Santiago y Juan- y sobre todo nos habla de las promesas de vida y plenitud que la Buena Nueva de Jesús trae al mundo. 

Sin embargo, en cristiano, para alcanzar esas promesas de Vida, para llegar a la Resurrección, es inevitable pasar por la Pasión, y para llegar con buen temple a ella, está la Cuaresma… 

Y para vivir en serio la cuaresma, no hay otra manera de verla que el mensaje que dirige Dios a Abrahán en la primera lectura, del libro del Génesis, que hoy leeremos: sal de tu tierra, de lo conocido, de hacer las cosas como siempre, para dejarse encontrar por la sorpresa de Dios, que amplía la vida de cada uno si nos atrevemos a salir de nuestra tierra, de nosotros mismos, para escuchar a Jesús y seguirle.



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09 marzo, 2014

DOMINGO 1° DE CUARESMA

          

          
          ¿De dónde procede el mal? 
          ¿Por qué el hombre es malo a veces? 
          ¿Por qué es penoso el trabajo? 
         ¿Por qué la muerte?

Las lecturas bíblicas de este domingo quieren contestar esas graves preguntas:

-La serpiente era el más astuto de todos los animales.

El término serpiente es «arum» en hebreo. El término mismo es simbólico porque también significa «astuto» y «desnudo». La serpiente es a la vez temible porque ataca por sorpresa, pero está desnudo, desarmado, sin caparazón, ¡nada protege su piel! Hemos de dar muestra de tener inteligencia para captar la sutileza del relato. En el Antiguo Oriente se adoraban las serpientes. La Biblia las desmitifica y las considera símbolo del «Adversario» del hombre y de Dios. A través de imágenes concretas el sabio nos previene de los mecanismos del mal que se infiltra en nosotros. Si somos perspicaces descubriremos la fina psicología de la tentación y eso nos ayudará a ser prudentes y saber vencerla. Sean más astutos que la misma «astucia», parece sugerirnos el narrador.

-"¿Cómo es que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?» Esas primeras palabras contienen ya toda la maniobra.

Dios no ha prohibido comer de todos los árboles. Por el contrario los ha dispuesto todos para que el hombre comiera de ellos. Pero el tentador, olvidando ese «don» fabuloso, concentra toda su atención en lo único «prohibido»: Así Dios, en lugar de ser «el que ama y lo da todo al hombre» es presentado como «el que traba, el que prohíbe ciertas cosas al hombre».

-«¡De ninguna manera morirán! Es que Dios sabe muy bien que el día en que comieren de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal.» La astuta «serpiente» sugiere que Dios tiene celos. Dios quiere impedir que sean felices, sabios como El. Dios quiere retener para sí sólo, su propia naturaleza.

Es patente a qué profundidad se sitúa este relato aparentemente infantil: la raíz del pecado no es simplemente la desobediencia a Dios, es una deformación de la imagen misma de Dios. Es una «anti-fe», un «anti-Dios» un «contramensaje»: ¿se imaginaban que Dios era superior a ustedes, tenían miedo de él y de sus prohibiciones? Vean, en cambio, como está buscando sus intereses. ¡El es quien tiene miedo de ustedes!

Toda la revelación, que se irá desarrollando a través de la Biblia y del Evangelio, será el desenvolvimiento de ese pensamiento teológico admirable: es gran verdad que el hombre esta destinado a «compartir la naturaleza divina» (2 Pedro 1,4)... es gran verdad que el proyecto de Dios es «dar al hombre la vida eterna»... Es gran verdad que la Encarnación de Dios en la carne es el medio para ello...

Pero todo esto es un «don gratuito» de Dios y no una conquista orgullosa del hombre. Así, lo contrario del pecado es la «fe». Se trata de restablecer para el hombre la relación falseada y rota. Se trata de restablecer la confianza. Es preciso «corresponder» a lo que Dios quiere para nosotros. Hay que aceptar recibirlo todo de El: la fe es esto.

-La mujer tomó de su fruto y comió y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron los ojos y se dieron cuenta de que estaban "desnudos". ¡Oh desencanto! Están ahora «desnudos» como la serpiente... lo estaban ya antes, pero ahora lo saben: son frágiles, indefensos.

¿De dónde procede el mal? De la fragilidad humana. El hombre no es Dios. Sólo Dios es perfecto. Todas las cosas creadas son sólo creaturas.


¿De dónde procede el mal? De un Adversario hábil. Este texto sugiere que el hombre es juguete de «fuerzas que le sobrepasan". Satán, el diablo... viene a añadirse a la fragilidad de la libertad humana.


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02 marzo, 2014

DOMINGO 8° DEL TIEMPO ORDINARIO



“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia”

Este texto que Jesús dedica a todos sus discípulos, de antes y de ahora, trata de cuestionarnos si somos verdaderos portadores del Reino de Dios en nuestras vidas. 

Porque el Reino del que habla Jesús no es ficticio, ni un concepto abstracto, sino más bien es un Reino que se inicia en la tierra y consiste en sembrar amor y justicia en nuestras vidas y en las obras que hacemos.

Vivimos dentro de un contexto histórico, social, económico, y a veces implica que estamos más preocupados de cuestiones transitorias y superfluas, idolatrando muchas cosas que en realidad no son tan importantes. Y es precisamente en este aspecto en el que Jesús incide una y otra vez, si de verdad estamos centrados en el mensaje de Dios en nuestras vidas.

Con esta advertencia Jesús no intenta condenar el mundo sin más, ni que huyamos de lo que sucede a nuestro alrededor. Más bien es tener claro nuestras prioridades de ser hijos e hijas de Dios, y por tanto tenemos la tarea de ser testigos de Jesús siendo coherentes en nuestras vidas de cristianos. Y de esta manera nos pide que seamos portadores de esperanza, que logremos establecer caminos de paz, demostrando ante todo que somos dignos hijos suyos.

El centro de nuestra vida y misión de ser cristianos, es estar atentos a la implantación de la justicia de Dios, que pasa por vivir de acuerdo a un estilo de vida que intenta superar obstáculos y dificultades. Pasa por ponernos en el lugar del otro, siendo participes de sus alegrías y sufrimientos, estar cerca de los que peor lo pasan, de los que menos posibilidades tienen en la vida, y de este modo, seremos auténticamente cristianos.


Dios a través de Jesús nos invita a ser hombres y mujeres que ponen su confianza en él, y que en nuestro camino debemos de construir una verdadera humanidad. 

Todo mensaje de Dios tiene como destinatario a todos nosotros, para que seamos personas auténticas y plenas, que nos sintamos identificados con Dios y con las personas. Porque Dios quiere que seamos su comunidad fraterna, que sepamos compartir todo, que alejemos la falsedad y nos encaminemos a la alegría, a la esperanza, en definitiva a implantar el Reino en todo lo que hacemos y decimos. 

SEMANARIO DE LA DIÓCESIS DE PUNTA ARENAS - CHILE