JESÚS SOBRE TODO
A primera vista parece
contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se
presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos
aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia estricta.
El evangelio de
hoy derrama luz sobre esta paradoja: Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y
nadie se ve forzado a aceptarlo. Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos,
será exigente con nosotros.
Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima
incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos.
Por eso tenemos que
pensarlo dos veces antes de aceptarlo.
Pero hemos de saber que, con Jesús y en
virtud de su fuerza, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, y
que seremos felices. Él nos extiende esa invitación y nos da su fuerza en la
eucaristía.