La promesa hecha por el Señor se cumplía
finalmente con el nacimiento de Jesús…
Dios libera a su pueblo, nada menos que
por medio de su propio Hijo.
¿Fue finalmente cumplida la promesa?
Era el principio del cumplimiento.
Todos los elementos estaban allí
presentes para hacerla real y efectiva, excepto el pueblo que tendría que
ponerla en práctica.
Porque Dios nos creó libres, y eso
significa que confía en nosotros, en nuestra aceptación y colaboración, en
nuestro amor como respuesta a su amor.
Tenemos que facilitar a Dios el que
pueda hacer que se hagan realidad entre nosotros su paz y amor.
Con y por medio de Jesús.
Por eso Jesús vino a nosotros como uno
de nosotros.
“Aquí estoy, humano como ustedes.
Mírenme y vean cómo se deben hacer las cosas. Háganlas conmigo. Yo estoy y
permanezco con ustedes para darles fuerza. Vengan, comencemos. ¡Ahora ya!”.