Hace 40 años... una tarde de agosto murió el Pastor que me dio a conocer e inculcó en mí el amor por la gente y la geografía de Magallanes. Su impulso late aun en mi corazón y no puedo recordarlo sin que se humedezcan los ojos.
Quisiera que muchos supieran de Él, y recordarlo tras cuatro décadas.
Algo podrán apreciar en las palabras que escribió Don Héctor Muñoz Brañas -discípulo suyo- y que aquí reproduzco para ustedes.
"El P. Mayorino
Borgatello bautizó a Jorge Américo Vladimiro Boric Crnosija, nacido en Punta
Arenas, el 23 de abril de 1905. Sus padres Juan y Natalia, migraron de Croacia.
Sus hermanos lo llamaban Vladimiro. Con este nombre fue matriculado en 1911, en
el colegio san José. En 1917 fue recibido en el seminario de Macul, en Santiago
y de allí, enviado a Turín, Italia, a estudiar
teología. En 1930, el 18 de enero, mons. Arturo Jara Márquez, lo ordenó
sacerdote en la iglesia vicarial, la Catedral de hoy.
Los magallánicos
lo conocimos como el P. Vladimiro Boric y estuvimos muy contentos cuando en
1949, el Papa Pío XII lo nombró nuestro primer Obispo Diocesano. Fiel a su lema
“Venga a nosotros tu reino”, trabajó y veló por la gloria de Dios, lo que
tradujo en obras palpables, organizando la catequesis, la liturgia y la
asistencia social, además de darle un impulso notable al trabajo en los Medios
de Comunicación Social.
Tres
características brillan en la personalidad de Mons. Boric: su devoción mariana,
su sensibilidad artística y su capacidad para hacer amigos.
Incentivó la
devoción a la Virgen
con los Congresos Marianos, las grutas de Lourdes y las procesiones clásicas en
la región.
Su sensibilidad
artística florecía en el arte dramático, en la poesía y en la composición de
entusiastas himnos, como el que todavía cantan y marchan los alumnos del san
José. Una riqueza magallánica fue por largos años el cuadro dramático Virtus,
semillero de empeñosos artistas y cuyas representaciones eran un alegre
paréntesis de encuentro familiar en las grises tardes de la larga estación de
sombra de nuestra ciudad.
“La amistad nos
acerca a Dios” fue el pensamiento suyo que lo llevó a fundar el movimiento
laical magallánico llamado Amicat: “Amigos Católicos”, colectivo en el que
encontraron un espacio de cordialidad donde formarse continuamente en el
Evangelio y proyectarse a la comunidad.
Las ansias
sintetizadas en su lema, lo llevaron a visitar todos los rincones poblados de
su Diócesis en la Patagonia ,
la Tierra del
Fuego y hasta la Antártica. Reunirse
con las autoridades le era tan gustoso como juntarse con los Ovejeros en las
estancias o con los Loberos en Puerto Williams: a todos los sabía entretener
con sabrosas anécdotas, chistes blancos de larga duración o cuestiones de
ingenio que él llamaba “cuchufletas”.
A los sacerdotes
que se movían en la pastoral ambiental, donde a menudo hay ocasión sobrada para
discutir, controvertir y discrepar, les aconsejaba no entrar en terrenos
minados. “Polémica que algo queda”, solía decir, parafraseando al “miente,
miente” de Voltaire.
Vladimiro
Boric, hijo de esta tierra de pastores, fue por sobre todas sus circunstancias,
Pastor. Con ese espíritu sus prioridades eran las personas. En sus años mozos,
sus alumnos de los colegios de Iglesia y del Liceo Barrera donde esperaban sus
clases con interés cinematográfico, por el uso del suspenso con el que lograba
mantener la atención y la asistencia a sus clases. Más tarde fueron los jóvenes
de la Acción Católica
especialmente los llamados entonces “Centros internos” que surgían precisamente
en el interior de los centros de estudio en los últimos años de Humanidades.
El P. Boric junto al P. Alberto Hurtado en su visita a Punta Arenas |
Como Párroco
manifestó su cordialidad pastoral sin distingo de personas, pero con mayor
sensibilidad por la gente mayor, tan a menudo dejada de lado. Y para
prolongarse como Pastor en la diócesis, fundó en su propia casa el pequeño
seminario “Domingo Savio”, con tres alumnos. Uno de ellos el P. Luis Saldes
Irarrázabal, vicario parroquial de san Miguel.
Cuando Chile se
ensombreció con puños, banderas, palos y pistolas, levantados en alto, Mons.
Boric empezó su vuelta al Padre. Pero cuando él murió, todos aquellos signos de
ira se transmutaron en un dolido sentimiento de hermandad.
El Padre y Amigo
de los Magallánicos salió de este mundo el 29 de este mes de agosto, en 1973.
Sus restos descansan
en la Catedral ,
el lugar de su Primera Comunión y de su Ordenación Sacerdotal."