El Señor nos dice a nosotros, sus
discípulos hoy: “Vengan, síganme, niéguense a ustedes mismos, tomen su cruz y
síganme”. ¡Que estas palabras nos llamen a salir de nosotros mismos, y que el
Señor esté siempre con nosotros!
Seguir
al Señor Es Arriesgado
¿Tenemos que buscar el sufrimiento y la
muerte? ¡De ninguna manera! Jesús mismo nos da la respuesta. Él suplicó a su
Padre que le apartara el sufrimiento. Sin embargo aceptó la muerte y la cruz.
¿Por qué? Porque amaba al Padre y a los hombres y quería salvarlos. Aunque él
hizo ese formidable trabajo y proclamó su mensaje, los líderes religiosos se
volvieron contra él y buscaron su muerte, para liberarse del fastidio que él
suponía. Sin embargo, él permaneció fiel a su misión, fiel hasta la muerte. Él
nos pide ahora permanecer fieles aun a costa de sufrimiento y de muerte.
Nuestra
Vida Cristiana Es Nuestro Culto Principal
Éste es el mensaje de la corta pero muy
importante Segunda Lectura.
Nuestra Misa del Domingo es la cumbre de
nuestra vida cristiana. Expresa intensamente lo que intentamos vivir cada día.
Todo lo que pensamos, decimos y hacemos, nuestra vida de cada día, como nos
dice San Pablo, tiene que rendir honor y alabanza a Dios. Esto es lo que
recopilamos en nuestra eucaristía dominical. A cambio, la eucaristía se
convierte en la fuente viva de una entrega más profunda a Dios y a los
hermanos. Una vida diaria que contradiga nuestro culto del domingo viene a ser
una distorsión y una parodia de religión. Pidamos al Señor que nuestra vida
diaria dé culto a Dios en espíritu y en verdad.