30 octubre, 2016

Domingo 31º del tiempo ordinario


Dios, el Señor, ama todo lo que existe y es misericordioso con todos.

Hay personas que siguen buscando valores más elevados en la vida.

Quizás uno se siente satisfecho solamente a medias con la clase de vida que está llevando, o se siente culpable por su modo de vida.

El evangelio de hoy nos muestra a Zaqueo, un hombre pequeño, física y moralmente, que va en busca del Señor. 

Para su sorpresa, Jesús adivina el hambre espiritual en el corazón de este hombre y se dirige a él.

Jesús desea encontrarse con Zaqueo.

Si nosotros reconocemos humildemente nuestra pequeñez, el Señor se nos revelará y se invitará a sí mismo a caminar y a quedarse con nosotros. Él nos hará grandes en amor y en bondad.