Domingo 28º del tiempo ordinario.
Nosotros apreciamos enormemente a las
personas agradecidas.
¿Y, a veces, no nos olvidamos nosotros
mismos de agradecer?
Muchos, por desgracia, se olvidan del
Señor.
Miremos todo lo que debemos a Dios:
nuestra vida, nuestro cuerpo con sus ojos para ver las maravillas de la
naturaleza y nuestros oídos para oír los cantos de la creación. Tenemos en
nuestro entorno tanta belleza y tanta buena gente a quien apreciar y amar.
Y, sobre todo, Dios mismo se nos ha
hecho cercano y ha venido a nosotros en Jesús. Él nos trajo continuo perdón y
la capacidad de perdonar y de amar.
Gritando hoy a todo pulmón, demos
gracias y alabanza a Dios.