24 febrero, 2013

DOMINGO 2° DE CUARESMA



Con Jesús en la Montaña 

Una vez u otra, hemos visto el rostro de alguna persona iluminada por la Buena Noticia de salvación, o un momento de felicidad real. Un día el rostro de Jesús también se iluminó, se volvió radiante y se transformó totalmente por la comprensión íntima de que su trabajo y sufrimiento no serían en vano.

Ojalá también nosotros experimentemos momentos en que nuestros rostros se iluminen con profunda felicidad y en que proyectemos esa irradiación a los rostros y corazones de nuestros hermanos.

Este domingo le pedimos al Señor que se digne obrar esta transfiguración en nosotros y que nos capacite para compartirla con los demás.

VIDEO-EVANGELIO DE ESTE DOMINGO





17 febrero, 2013

DOMINGO 1 DE CUARESMA



JESÚS EXPERIMENTÓ NUESTRAS TENTACIONES

El pueblo de Dios, ahora en nuestro tiempo, siente la fuerte tentación de permitir que los bienes de consumo le encarcelen y le esclavicen. Miremos a Jesús: Él  rechazó dejarse fascinar por ellos, y quiere que nosotros tengamos hambre, no de cosas materiales y mundanas,  sino  más bien hambre de fraternidad con los hermanos, de oración, de Dios.
El pueblo de Dios siente la fuerte tentación de impresionar y de controlar a los demás. Miremos a Jesús: Él vino para instaurar el poder del amor y nos dice que sirvamos a Dios en los hermanos.

El pueblo de Dios siente la fuerte tentación de crear sus propios ídolos y hacerse a sí mismo el centro del universo. Miremos a Jesús: Él quiere que con él demos culto y adoremos solamente a Dios. Con él, que resistió y venció resueltamente las tentaciones, entramos con confianza en esta Cuaresma. 

VIDEO-EVANGELIO DE ESTE DOMINGO



08 febrero, 2013

DOMINGO 5 DEL TIEMPO ORDINARIO C



Somos Llamados y Enviados

Si nuestra fe es verdaderamente parte integral de nuestras vidas, tendríamos que ser muy conscientes de su riqueza, que no podemos guardar solo para nosotros. Lo que vemos con ella, lo que vivimos con ella, queremos compartirlo con otros. Si la fe nos hace sentirnos felices y seguros en Dios, nos  damos cuenta de que la hemos recibido no para nosotros solos. Hagamos a los otros felices y ricos en la fe: ésa es la vocación de todo cristiano. Pidamos al Señor este domingo que sepamos revelarle y llevarle a otros, al menos por medio de nuestro actuar auténticamente cristiano.

Señor Dios nuestro:
Por amor tú nos has llamado
a cada uno de nosotros
para una tarea de vida, una misión,
y para un papel intransferible en tu plan,
que ningún otro 
puede cumplir por nosotros;
tú has elegido a tu Iglesia
para ser la testigo y el signo irremplazable
de la muerte y resurrección de tu Hijo.
Haznos a todos y cada uno de nosotros
capaces de realizar nuestra misión
y envíanos  “mar adentro”
con la fuerza del cuerpo y sangre
de nuestro único Salvador,
Jesucristo nuestro Señor.




03 febrero, 2013

DOMINGO 4° DEL TIEMPO ORDINARIO C



“HOY MISMO SE HA CUMPLIDO ESTA PALABRA 
DELANTE DE USTEDES”

Creo que a todos nos han llamado la atención estas palabras de Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mí”. La certeza, la seguridad, la humildad que hay en estas expresiones de Cristo, debería movernos también a nosotros a abrirnos al Espíritu, seguros de que cuanto el Espíritu Santo obre en nosotros, será beneficioso para la Iglesia y para nosotros. Cuentan que Santa Teresita del niño Jesús decía: “¡Cuántas cosas maravillosas haría Dios en las almas, si las almas se dejaran cultivar!”.

Jesús recibe el Espíritu que lo mueve a “anunciar la Buena nueva a los pobres…”, pensemos en que Dios también nos ha ungido a nosotros; que cada uno de nosotros es el Cristo, el ungido de hoy, para los hombres de hoy a quienes tenemos que transmitirles la liberación y la salvación del Evangelio. Por eso dejemos que el Espíritu obre en nosotros, descienda sobre nosotros y actúe en nosotros como Él quiera y para lo que quiera, aunque no siempre lo que Él quiera coincida con nuestro querer y nuestro parecer. El pasaje al que se refiere el texto de hoy y que Jesús leyó en la sinagoga, dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí: el Señor me consagró por su Espíritu. Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19).

Como ven, la llegada de Jesús trae una lluvia de beneficios para todos los adoloridos y la liberación de todos los que sufren. A la luz de estas palabras, preguntémonos si es así como concibo yo habitualmente a Jesús. Si es así como concibo mi propia vida cristiana. Dos mil años después de la venida de Jesús, hay todavía mucho por hacer en este sentido: en mi lugar de trabajo, en mi familia, en mis relaciones. Notemos que la persona que anuncia esto tan humano, declara que a través de estas noticias hay una “presencia de Dios”. No se trata sólo de filantropía o de acción social… se trata del proyecto de Dios y de la acción de su Espíritu Santo, por esto Jesús dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”.

Los que escucharon el sermón de Jesús en la sinagoga, quedaron entusiasmados y animados por lo que decía, hasta que el Señor no los tocó con sus palabras. Ahí se pusieron furiosos y hasta quisieron matarlo. Esto hay que tenerlo en cuenta. Pasa también en nuestra sociedad: la gente se entusiasma con los pastores o con los laicos cristianos y aplauden sus discursos y sus opiniones, mientras no toquen sus intereses o su modo de estar viviendo. En la sinagoga de Nazaret, Jesús les mostró su programa de acción y se lo aplaudieron, pero cuando se puso a explicarlo, no quisieron aceptar su enseñanza ni su decisión de hacer partícipes de los bienes de Dios a todos los hombres, y no sólo a los hebreos. Orgullo, egoísmo y decisiones asesinas: se enfurecieron –dice el texto- y lo arrastraron hasta un barranco para arrojarlo desde ahí: ¡nada menos! Así pasa cuando los obispos o el Papa tocan ciertos temas ¡muchos quisieran tener un barranco cerca! En casos así, aprendamos a tener la serenidad de Jesús y su prudencia: “Jesús se abrió paso entre ellos… y se alejaba” –dice el evangelista-.

La Palabra de Dios es eterna. El pasaje de Isaías tenía centenares de años, pero no era un documento del pasado. Lo mismo podemos decir ahora: también Hoy el Señor nos interpela.