Y HACEMOS NUESTRA LA DECLARACIÓN DE LOS LAICOS SERVIDORES DE LA COMUNIDAD CRISTIANA DE LA PARROQUIA CATEDRAL.
Y CAYERON
LAS SOMBRAS SOBRE TU CASA, SEÑOR……
Y la tarde se volvió oscura,
y el frío cubrió los huesos haciéndoles
sentir su fragilidad, los ojos se nublaron con un llanto amargo y las manos se entrelazaron con
impotencia ante la injusticia, ante el odio que brotaba de cada palabra
convertida en el ofensivo insulto, llenas de difamación, ignorancia y maldad,
de esa maldad que se hace mayor cuando los seres humanos tienen ofuscadas sus
ideas, y las pasiones anulan la razón.
Qué profunda impotencia y desazón
nos envolvió, al comprender, Señor, que el diálogo civilizado era arrinconado
en la caverna de la desunión. Cómo crecía el dolor al ver tu Casa mancillada,
nuestra casa de oración y reflexión, esa hermosa y tibia casa que abre sus puertas a todos, aún a
aquellos que no piensan como Tú nos enseñaste por boca de tu Hijo, ese Hijo a
quien no hace muchos días hemos recibido
y adorado con el corazón gozoso en el humilde pesebre, no solo de Belén,
sino también en el que queremos anidar en nuestro espíritu.
No hay un vocablo que defina
en su total realidad el sentimiento de pena, y sufrimiento al ver que todo lo
que respetamos por la fe era arrasado por la brutalidad y, por qué no decirlo,
por la intolerancia y la ausencia de la más minima consideración a lo que los
otros consideran sagrado. No queremos imponer, Señor, nuestra fe; trabajamos
para ser tus dignos misioneros y discípulos, aunque muchas veces fallemos, pero
sí exigimos ser respetados, y el respeto se aprecia en el diálogo fraterno, en
el encuentro de opiniones entregadas con claridad y tolerancia. Hacerlo de otra
manera, demuestra sin lugar a equívocos, que sólo interesarían los intereses
personales, que el “yo” se impone al “nosotros”, y eso no es propio de una
sociedad que se pregona democrática, comprensiva y cuidadosa de los derechos
inmanentes al ser humano.
¡Desilusiona y preocupa como
se ha perdido la facultad de escuchar y de leer bien lo que se presenta de modo
serio y respaldado por las Escrituras! ¡Asusta como la muchedumbre se convierte
en un grupo desatado que no se acobarda en pisotear, romper y cometer
sacrilegio! ¡Porque eso es lo que se cometió en tu Casa, Señor! Un minuto de
fama ante las luces de las cámaras, un minuto de “lucimiento” y muestra de… ¿valor?,…
¿ideas? Más bien diríamos, “fanfarronadas”.
Pero hay más que decir. Nos
duele sentirnos tan solos, ver a nuestros sacerdotes ofendidos. Ellos, que son
tus servidores, en estos días han sentido la misma soledad que tu Hijo sintió
en la noche anterior a Su Pasión, abandonado por los mismos que días antes lo
habían exaltado. Nos ha hecho falta recibir el gesto de amistad, la solidaridad
que debe primar en todo grupo humano, nos hiere la ausencia de quienes,
teniendo la facultad y el deber de hacerlo, han estado lejos de nuestra
Iglesia, de nuestra sencilla y pequeña comunidad. Echamos de menos la acción
decidida de las autoridades que teniendo
en su mano los medios para solucionar los problemas, hacen oídos sordos,
mirando hacia otro lado, quizás pensando en dividendos políticos. ¿Qué vale
más? ¿Un voto depositado en la urna, una
suma de fanáticos movidos por oscuros intereses, una buena cuota de poder?
Salvo muy honrosas excepciones, como la del señor Intendente, los secretarios
ministeriales de Educación y Justicia, y dos concejal, el resto es anónimo
personaje que deambula por la ciudad, en silencio, teñido de cobardía y
negligencia. ¿Dónde están nuestros parlamentarios, nuestras autoridades
comunales que siempre están dispuestos a ocupar los primeros lugares, y que
ahora se mantienen en el más abismante mutismo y afonía?
Somos católicos que servimos
como cooperadores de las labores propias de una parroquia. A Ud., que lee esta
carta, quizás le preparamos para la celebración de su matrimonio. A lo mejor, a
Ud. mamá, le ayudamos a introducir en la vida de la fe a su hijo, en la
preparación de la Primera Comunión ,
esa comunión que le fue entregada en la misma Mesa Sagrada que el domingo fue
pisoteada, rayada y profanada. Somos los que los guían en las lecturas
dominicales, donde reciben la palabra de Dios. Al decirle esto, no lo hacemos
con el afán de sentirnos superiores, todo lo contrario, nos falta mucho. Solo
queremos que se entienda, que a nosotros nos agobia esta soledad, porque en la
hora de la angustia, es necesaria la mano amiga, la voz que solícita acompaña,
el gesto que entrega adhesión.
Terminamos recordando dos
afirmaciones que dijo el Maestro: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y
os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos, pues
de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros” (Mateo
5,11-12.) y “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas.23, 34).
Firman...
Los católicos
laicos que servimos en la Parroquia Catedral
de Punta Arenas.
Enero 16 de
2013
LEA LA DECLARACIÓN DEL OBISPO DE LA DIÓCESIS,
MONS. BERNARDO BASTRES F.
NUESTRA
CATEDRAL:
UNA CASA DE
ENCUENTRO CON EL SEÑOR Y LOS HERMANOS
UNA PALABRA
EN TORNO A LO VIVIDO
EN NUESTRA
IGLESIA CATEDRAL…
Queridos hermanos y hermanas en la
fe.
El domingo pasado escribía una
carta para introducir nuestro año pastoral, donde invitaba a que asumiéramos la
llamada del apóstol San Pablo a los Romanos: “…Cuando se cree con el corazón
actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación” (10, 10), pensando en
la invitación que nos hace el Papa Benedicto XVI a vivir un año centrado en la
fe.
Pero ese mismo Domingo 13 de enero,
Fiesta del Bautismo del Señor, en la tarde no pudimos celebrar la Eucaristía en
nuestro principal templo, porque un grupo de exaltados, muchos jóvenes y
adolescentes, de forma violenta entraron en la Iglesia Catedral y dirigiéndose
al Presbiterio comenzaron a gritar todo clase de improperios contra mi persona,
contra los pedófilos, contra la Iglesia y contra la matanza de los perros.
Exigían que saliera a dialogar con ellos, pero quienes estaban allí, entre
ellos el Vicario General, me lo desaconsejaron debido a que no contábamos con
ningún resguardo policial. Mientras tanto, comenzaron a destruir los floreros y
arrojaban sillas sobre el altar. Invité a la sacristía a una Señora que hacía
de vocera, con la cual fue imposible dialogar, pues estaba fuera de sí y lo
único que me decía que yo era el “autor intelectual del asesinato de los
perros”.
Entre algunos miembros de la
comunidad, los diáconos, controlaban que los manifestantes no entraran en la
sacristía, es allí donde un par de muchachos encapuchados patearon la puerta
hasta destruirla.
A eso de las 19,40 hrs., los mismos
manifestantes se comenzaron a retirar de la Catedral, y en ese momento llegó el
General de Carabineros y luego el Sr. Intendente.
Los daños materiales son
significativos: destrucción del mármol del altar, pues no sólo tiraron objetos,
sino que sobre él se pararon algunas muchachas y muchachos que lo pateaban con
todas sus fuerzas. También hay destrucción de bancas, floreros, manteles y la
reja del patio de la casa parroquial.
Pero ciertamente, el daño más grave
ha sido de carácter moral. Los fieles que esperaban el inicio de la Eucaristía
se vieron replegados, violentados y no se les permitió que pudieran tener la
celebración en la que deseaban participar. Algunos de ellos habían pedido orar
por sus difuntos.
El Templo no sólo fue profanado con
gritos y garabatos, con algunos de los muchachos fumando, sino que fue
profanado el altar, los signos religiosos y sobre todo la centenaria tradición
del respeto por el lugar del culto. Robaron el cáliz, campanas y la caja con la
llave del sagrario.
Como reflexión personal, les puedo
compartir que nunca había experimentado tanto rencor y odio en el rostro y las
expresiones de estos muchachos, la gran mayoría me parece eran menores de edad.
Ellos estuvieron instigados y azuzados por algunos adultos, incluso uno de
ellos le pasó un jarro para que lo lanzaran contra carabineros, ante lo cual
los mismos jóvenes no accedieron, sino ahora estaríamos lamentando algo peor.
Lo vivido en esa tarde en la
Iglesia Catedral, es algo destemplado y nos coloca en un nuevo escenario que
deberemos conocer y evangelizar.
Mis palabras frente al ataque que
recibió un feligrés a la salida de Misa del Domingo 6 de Enero fueron: “no
puede ser que en este momento los perros nos estén comiendo vivos… a mí me
parece que estamos en una emergencia y hay que actuar como emergencia”. Ante la
pregunta que el periodista me formuló si había algún mandato bíblico que se
opusiera a la eliminación de los canes, respondí: “Dios creó las cosas y las
puso al servicio del ser humano, ése es el principio del Génesis. Todo está al
servicio nuestro, yo no estoy por matar al perro, por matar perros, porque eso
sería una cosa de barbarie. Pero no puede ser que en este momento tengamos una
invasión de perros, y tengan más derechos que nosotros” (La Prensa Austral,
lunes 7 de enero, pág. 3). Luego algunos tomaron la noticia y la comenzaron a
tergiversar, manifestando que yo optaba por la eutanasia. No quise hacer
ninguna declaración porque sabemos que no tiene ningún efecto.
Nunca he invitado a sacrificar los
animales y menos que alguno se abrogue el derecho a realizarlo por su propia
cuenta, pues tengo la firma convicción que decisiones de esta envergadura
corresponden a las autoridades. Por ello, condené desde el primer momento la
matanza indiscriminada de estos animales.
Agradezco las muestras de cariño,
cercanía y apoyo de todos ustedes y cuando veamos que es un tiempo más oportuno
llamaremos a realizar un acto de desagravio, para pedirle perdón al Señor por
esta profanación que hemos sufrido.
Un saludo
con afecto de padre y pastor.
+ Bernardo
Bastres Florence
Padre
Obispo de Magallanes