02 agosto, 2012

DOMINGO 18° DEL TIEMPO ORDINARIO



Hoy en día hay muchos millones y millones que padecen de hambre. Pero ¿es solo de pan, o de arroz o de su alimento básico? Como cristianos tenemos que preocuparnos por el problema del hambre en el mundo, pero no deberíamos olvidar la tremenda hambre espiritual, que anhela respeto de la dignidad personal y de los valores humanos, de justicia y de paz. Hay Alguien que vino a vivir entre la gente para satisfacer las más profundas hambres del hombre y se hizo a sí mismo pan para la vida del mundo. Es Jesús, el Señor, que está aquí en medio de nosotros. Si creemos en él y le seguimos en su camino de entrega de sí mismo, podemos trabajar por medio de él y con él para llevarle, a un mundo hambriento, el alimento eficaz que sacie toda clase de hambre.