¡Effetá! ¡Ábrete!
La señal de que Jesús es el Salvador
prometido es que se acerca con preferencia a los pobres, a los enfermos, a los
marginados, porque le necesitan más que nadie.
No solamente nos referimos a la pobreza
material.
Nosotros somos los sordos y los mudos,
los tartamudos y los que tenemos oído duro, porque nos encerramos en nosotros
mismos, cerrados con frecuencia a Dios y a los otros.
Jesús viene a abrir nuestros oídos y
nuestros corazones a las palabras y acciones de Dios, para que escuchemos su
mensaje y respondamos a su amor, y para que también oigamos a los pobres y les
hablemos por medio de nuestro servicio y
ayuda.
Que Jesús este domingo nos cure y nos dé
la gracia de entregarnos generosamente a él y a su pueblo.