Dios, Compasivo como una Madre.
¡Qué lástima que nuestro mundo se vuelva
tan duro, tan sin corazón, que suprima la compasión y se deshaga de la
misericordia!
En las lecturas de hoy oímos la Buena
Noticia de que Dios se preocupa de nosotros y nos cuida con un amor más profundo,
e incluso más tierno, que el de una madre por el hijo de sus entrañas a quien
dio vida.
Dios se hace particularmente cercano de
los que más le necesitan: los débiles, los que sufren, los que no cuentan para
nada.
Éste es el amor que Dios Padre nos mostró
en Jesús; éste es el amor al que nos invita el mismo Jesús para acercarnos a
los hermanos, para hacernos sus “próximos”, sus prójimos: un amor profundo,
tierno, constante, duradero, sin miedo a mostrarlo a los demás.
Pidamos a Jesús, que está con nosotros
en la eucaristía, que comparta con nosotros ese su amor entregado y compasivo.