CREÍBLES Y DIGNOS DE CONFIANZA
¡Qué ridículo resulta cuando alguien que
te guía se pierde él mismo!
¿Qué credibilidad puede tener el
político que hace promesas y después no las cumple; el catequista que enseña
religión, pero no va a la Iglesia; el
sacerdote que predica justicia, pero no paga justa y hasta generosamente a sus empleados?
Si queremos ser creíbles y dignos de
confianza como miembros de la Iglesia, tenemos que vivir nosotros mismos tal
como creemos, especialmente los líderes y ministros.
Aprendamos de Jesús, en la eucaristía de
este domingo.