Eras
Tú, Señor.
Hoy concluimos el Año Litúrgico, el Año
de la Iglesia, con la solemne celebración de Cristo, nuestro Pastor y Rey.
Vino a nosotros como nuestro Buen Pastor
y nos confió la responsabilidad de cuidar unos de otros.
Cuando venga a evaluar nuestra vida y a
verificar cuánto hay de bueno a su ojos
y a los nuestros, él nos preguntará:
¿Se han preocupado los unos por los
otros, han servido ustedes a los demás, especialmente a los pobres y a los
débiles?
No es sólo cuestión de servir a otros:
Se trata también de servir a Dios, ya que el prójimo en necesidad no es sino
Cristo mismo "disfrazado".
Se trata, por lo tanto, de un acto de fe
profunda.
Este domingo pidamos, pues, al Señor fe
profunda y amor generoso.