25 septiembre, 2016

ACORTAR DISTANCIAS

 
Domingo 26º del tiempo ordinario

Sabemos que en nuestro país, y en cualquier otra parte -de hecho en amplias zonas del mundo-, existe un ancho y escandaloso espacio entre ricos y pobres.

Mucha gente se pregunta, espero que nosotros también: “¿Qué puedo hacer yo frente a toda esta miseria? Mis medios y recursos son muy limitados, y no puedo cargar sobre mis hombros todo el peso del mundo”.

Pero sí sabemos lo que el evangelio del pobre Lázaro y del rico epulón nos pide.

Si todos -cada uno en su propio lugar- contribuyéramos con nuestra participación a solucionar los problemas de pobreza, necesidad y sufrimiento, ¡cuánto mejor llegaría a ser nuestro mundo y cuánto más cercano estaría el Reino!

No necesitamos que venga un ángel a decirnos nada. Escuchemos el claro mensaje de Jesús, en el evangelio de hoy.