04 septiembre, 2016

Discípulos conscientes


Domingo 23º del tiempo ordinario

A primera vista parece contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia estricta.

El evangelio de hoy derrama luz sobre esta paradoja:

Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y nadie se ve forzado a aceptarlo.

Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos, será exigente con nosotros.

Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos.

Por eso tenemos que pensarlo dos veces antes de aceptarlo, sabiendo que, con Jesús y en virtud de su fuerza, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, y que seremos felices.


Jesús nos invita y nos da su fuerza en cada uno de nuestros encuentros con Él.