Cuando muere alguna persona, bondadosa y
cercana a nosotros, tenemos el sentimiento de que ella permanece todavía con
nosotros y sigue inspirándonos y guiándonos.
Cuando en la Ascensión Jesús dejó a sus
discípulos y pasó a la gloria del cielo, él fue para sus discípulos más que una
memoria de una gran persona que había muerto.
Jesús está vivo como Señor resucitado;
él marchó, pero permanece con nosotros por su Espíritu de fortaleza, sabiduría
y amor, y de esta forma es nuestro compañero en nuestra vida.
Jesús pronuncia para nosotros su
palabra, se nos da como nuestra bebida y alimento en la eucaristía, y vive en
nuestras comunidades.
Escuchemos a Jesús presente aquí en nuestra
comunidad y alimentémonos con su palabra y con su cuerpo.
El Amigo de La Familia 8 Mayo 2016 by Santuario Jesus Nazareno