DOMINGO 2º DE CUARESMA
Una vez u otra, hemos visto el rostro de
alguna persona iluminada por la Buena Noticia de salvación, o un momento de
felicidad real.
Un día el rostro de Jesús también se
iluminó, se volvió radiante y se transformó totalmente por la comprensión
íntima de que su trabajo y sufrimiento no serían en vano.
Ojalá también nosotros experimentemos
momentos en que nuestros rostros se iluminen con profunda felicidad y en que
proyectemos esa irradiación a los rostros y corazones de nuestros hermanos.
En esta cuaresma le pedimos al Señor que
se digne obrar esta transfiguración en nosotros y que nos capacite para
compartirla con los demás.