¡Effetá! ¡Ábrete!
La señal de que Jesús es el Salvador prometido es que se acerca con preferencia a los pobres, a los enfermos, a los marginados, porque le necesitan más que nadie.
No solamente nos referimos a la pobreza material.
Nosotros somos los sordos y los mudos, los tartamudos y los que tenemos oído duro, porque nos encerramos en nosotros mismos, cerrados con frecuencia a Dios y a los otros.
Jesús viene a abrir nuestros oídos y nuestros corazones a las palabras y acciones de Dios, para que escuchemos su mensaje y respondamos a su amor, y para que también oigamos a los pobres y les hablemos por medio de nuestro servicio y ayuda.
Que Jesús nos cure y nos dé la gracia de entregarnos generosamente a él y a su pueblo.
Boletín dominical de la diócesis de Punta Arenas - Chile