05 diciembre, 2012

8 DE DICIEMBRE


EL PARAÍSO, RESTAURADO EN MARÍA

María acompaña en el camino a todos los que caminamos hacia el Reino. La Iglesia proclama hoy con María, la virgen concebida sin pecado, las proféticas palabras: “Me regocijo de alegría en el Señor, mi alma se alegra en mi Dios”. ¿Por qué esta alegría? Porque María es como el jardín de la humanidad donde Dios hace brotar la buena semilla. Porque ella es la sierva del Señor y la imagen de lo que la Iglesia aspira a vivir. Dios es fiel a sus promesas y, por medio de María, nos dio a nuestro Salvador. María es, entre todos los hombres y mujeres de la humanidad, la primera y la única que fue preservada del pecado. Ella es el paraíso restaurado donde Dios y el pueblo se encuentran mutuamente.

Demos gracias a Dios por haber escogido a María como Madre de su Hijo, y por preservarla de todo pecado desde el primer momento de su vida. Que ese signo de su amor sin límites nos dé fuerza y esperanza para vencer al mal en todas sus formas. Que sepamos responder a su cariñosa bondad con la misma fe de María, con el poder de la gracia conseguida para nosotros por Jesús, nuestro Guía, Maestro y Señor.