"MAESTRO, QUE YO VEA"
Hoy celebramos el XXX domingo del
tiempo ordinario. Aparentemente se trata de un domingo más, ordinario y de primavera,
que da paso a la semana en que celebraremos la fiesta de todos los Santos de la
Iglesia, los reconocidos como tal y los que no. No nos limitemos a esperar a
que llegue el jueves, celebrar a los santos y recordar a quienes nos han
precedido en el camino del encuentro personal con Dios, sino vivamos este
domingo como ese encuentro personal. Hoy, en el evangelio, asistimos en primera
fila a uno de los escenarios donde sucede un encuentro.
Hace
apenas veinte días, al celebrar el cincuenta aniversario de la apertura del
Concilio Vaticano II, Benedicto XVI inauguraba oficialmente el Año de la Fe.
¿Qué quiere celebrar exactamente la Iglesia con este acontecimiento? ¿Acaso
podemos dar a la fe mayor importancia de la que tiene por sí misma para la vida
de cualquier creyente? ¿Puede la reflexión teológica y eclesial ayudarnos a
profundizar en nuestra fe personal? ¿Qué experiencias personales e
intransferibles juegan este papel? Hoy, el ciego Bartimeo nos enseña qué
actitud es necesaria para realizar la vivir de la fe: la esperanza en recuperar
aquello que habíamos perdido.