Somos Llamados y Enviados
Si nuestra fe es verdaderamente parte
integral de nuestras vidas, tendríamos que ser muy conscientes de su riqueza,
que no podemos guardar solo para nosotros.
Lo que vemos con ella, lo que vivimos
con ella, queremos compartirlo con otros.
Si la fe nos hace sentirnos felices y
seguros en Dios, nos damos cuenta de que
la hemos recibido no para nosotros solos.
Hagamos a los otros felices y ricos en
la fe: ésa es la vocación de todo cristiano.
Pidamos a Jesús Nazareno, en la
eucaristía que sepamos manifestarle y llevarle a otros, al menos por medio de
nuestra conducta auténticamente cristiana.