El Amor: Cumbre y Compendio de todos
los mandamientos
No hay mayor amor que el que nos dispone
a dar nuestra vida por los demás.
Jesús, quien que nos dice esto, demostró
con su propia vida y con su muerte que lo decía en serio.
Insiste en que el amor a Dios y el amor al
prójimo son una sola y misma cosa; son inseparables.
Nos resulta quizás fácil amar a un Dios
a quien no vemos, pero con mucha frecuencia nos resulta muy difícil amar a
gente cuyas debilidades vemos, gente que puede ser rara, cascarrabias, violenta
y nada de fiar.
Pero si no podemos amar a esa gente,
realmente no amamos a Dios.
Jesús, que es el amor de Dios vivo,
puede otorgarnos su amor infinito y digno de fiar.