Pobres y Felices
El mensaje de hoy, las Bienaventuranzas,
es quizás la página más desconcertante, provocativa y desafiante de la Buena
Noticia, del Evangelio de Jesucristo; es justamente el corazón del mismo
Evangelio.
Los ricos, los soberbios, los poderosos
se sienten autosatisfechos: tienen lo que quieren. Pero se encuentran
peligrosamente encerrados en sí mismos y en todo lo que tienen.
Se alaba a los pobres y a los que
sufren, no porque posean poco o nada, o porque sean perseguidos, sino porque
los pobres y humildes, los bondadosos y los que lloran, son conscientes de que
no tienen nada más que a sí mismos para dar, y por eso son gente que espera,
confiando totalmente en Dios y en los hermanos.
Contémonos entre esos felices y
dichosos.