El deseo ardiente del esposo y la esposa
en el día de su matrimonio es: ¡Que nuestro amor no se marchite; que dure!
Esto no es solamente un deseo de Dios
para ellos, sino que es su mismísimo mandamiento.
Dios quiere que la unión de los esposos
en amor sea como su propio amor hacia su pueblo: fiel, fuerte, perenne, una
verdadera alianza de amor.
Con todos los matrimonios, con todos
aquellos a quienes la amistad vincula juntos, con todas nuestras comunidades
cristianas, estamos hoy ante el Señor y le pedimos: Que nuestro amor, de los
unos a los otros, sea fuerte, fiable,
fiel.
Evangelio para este domingo
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas - Chile