“Si no sois
mejores que los fariseos, no entraréis en el Reino”
El Evangelio de hoy es una llamada
a la madurez moral. Ésta, desde el punto de vista cristiano, implica dos cosas.
En primer lugar, actuar guiados por un amor sincero, y no por el voluntarismo
de cumplir ciertas normas ni por miedo a posibles penas o castigos. Y en
segundo lugar, aceptar nuestras propias limitaciones: para alcanzar este ideal
no nos bastan nuestras propias fuerzas, necesitamos la ayuda de Dios.
Queda claro en lo que Jesús nos
plantea que lo que él quiere no es simplemente un mundo mejor, sino un mundo
nuevo. No pide sólo un mundo más justo, sino que las personas se conviertan de
corazón. Para que el bien sea verdadero no basta con evitar que haya mal en el
mundo, también hay que desterrarlo del fondo de nuestro corazón.
Es un ideal muy elevado. Es lo que
en su predicación llama "Reino de Dios" (o "Reino de los
cielos", como prefiere Mateo probablemente por evitar la referencia
directa a Dios, ya que su evangelio es el más próximo al contexto judío). Éste
no se alcanza a través del cumplimiento de unos mandamientos, sino dejando que
Dios nos dé una vida nueva.
BOLETÍN SEMANAL DE LA DIÓCESIS DE PUNTA ARENAS - CHILE