“Mis ojos
han visto a mi salvador, luz para alumbrar a las naciones”
Este domingo se celebra la fiesta
de la "presentación" del Señor. La fiesta es de origen oriental: Se
le conocía como "Hipapanto (=Encuentro)". Hasta el s. VI se celebraba
el 15 de Febrero, por contar cuarenta días desde la Epifanía, pero después
comenzó a contarse desde la Navidad y de ahí que pasase a celebrarse el 2 de
Febrero. En realidad es una fiesta de sentido cristológico, aunque no está
descartada, desde luego, la significación mariológica; por eso se la conoce
como "La Candelaria". Es a partir del s. VII cuando se introduce en
la liturgia de Occidente, si bien algunos afirman que el papa Gelasio (s. V),
ya había instituido esta fiesta.
Apenas iniciado el tiempo litúrgico
ordinario, hoy volvemos a recordar la infancia de Jesús como en los días de
Navidad. Es un episodio que no podemos pasar por alto si queremos comprender la
función del Mesías que entra en el templo para encontrarse con su pueblo
creyente iniciando en la historia de la humanidad un tiempo nuevo.
Lucas nos dice que a los cuarenta
días, después de la Navidad, Jesús fue llevado al Templo por sus padres, con
ofrendas sencillas -dos tórtolas-, y consagrado al Señor como todo primogénito.
Pero esta sencilla ceremonia se convierte pronto en una Manifestación de Jesús
como el Mesías de un pueblo que esperaba la liberación. En este pasaje aparecen
la figura de Simeón, hombre bueno y justo, que esperaba la liberación de
Israel, y de Ana, una mujer anciana, que no se apartaba día y noche del templo.
Ambos son un ejemplo de esperanza en las profecías mesiánicas, profecías que,
llenos de alegría, anuncian a sus paisanos y amigos. Simeón lo hará con su
célebre cantico, “Nunc Dimittis”, presentando a aquel niño como el Salvador, la
Luz que ilumina a todas las naciones y es gloria de Israel. Ana, también
hablaba de la liberación de Jerusalén a su pueblo, era la profetisa que difunde
la luz.
BOLETÍN DOMINICAL DE LA DIÓCESIS DE PUNTA ARENAS - CHILE