MARÍA EN EL CONFÍN AUSTRAL DE CHILE
Miguel
Velásquez M., Pbro.[1]
La región de Magallanes se ubica en
el extremo austral de Chile con un territorio de 132.297,2 Km2. Según el Censo 2002, es
una de las regiones menos pobladas del país, 150.826 habitantes, representando
el 1% de la población nacional. La densidad es de 1,14 habitantes/km2 (sin
incluir el Territorio Chileno Antártico).
La población,
desigualmente distribuida, se localiza preferentemente en la vertiente oriental
del relieve andino, en centros urbanos íntimamente ligados al mar. La escasa
población rural -7,5%- se encuentra distribuida en extensas áreas dedicadas a
la ganadería ovina.
La
población magallánica es mayoritariamente masculina con un 52,3% de la
población. A nivel provincial, la tendencia se presenta con mayor acento en
Tierra del Fuego con 64% de varones, seguido de la Provincia Antártica Chilena
63,5%, Última Esperanza 53,4% y Magallanes 51,2%[2].
Entre los habitantes de edad
superior a 15 años el porcentaje de católicos es de 79.7%, porcentaje que se
distribuye con poca variación entre varones 78.03% y mujeres 81.56%.
La población magallánica actual es
el resultado de un proceso migratorio reciente. Diversas culturas se amalgaman
en la zona otorgando un perfil marcado por una diversidad que singulariza a la
región en el espectro nacional. Predominante es el aporte étnico proveniente de
la antigua provincia de Chiloé en oleadas migratorias sostenidas por más de un
siglo. A los migrantes chilotes se suma un significativo contingente de
europeos llegados a fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX y un
permanente flujo de chilenos provenientes de la zona central del país en
constante ir y venir por motivos laborales (funcionarios públicos, miembros de
las Fuerzas Armadas con sus familias, empleados de empresas trans-regionales,
etc.) que constituyen un segmento pasajero de la sociedad patagónica.
En este marco geográfico y con
estos rasgos demográficos se ha formado la iglesia católica austral.
PUEBLO DE
DIOS PEREGRINO
EN PATAGONIA
Y TIERRA DEL FUEGO
Los fallidos intentos colonizadores
del siglo XVI y las malogradas expediciones misioneras del período colonial hacia
la Patagonia, dejaron como deuda del estado misionero la evangelización de los
habitantes de la extremidad austral de América y la plantación de la Iglesia en
la región.
A mediados del siglo XIX, el 21 de
septiembre de 1843, la República de Chile pudo hacer efectiva su soberanía en
la región austral y el 7 de abril de 1844, con la llegada del misionero fray
Domingo Passolini del Colegio De Propaganda Fide de Castro, comienza el
proyecto colonizador y misionero que desembocará en la creación de la diócesis
de Punta Arenas el 27 de enero de 1947.
Hasta 1916 el territorio de Magallanes
formó parte del obispado de Chiloé, conviviendo, entre 1887 y 1916, la
jurisdicción del obispo de Ancud con la de monseñor José Fagnano Vero investido
por la Santa Sede como Prefecto Apostólico de una estructura misionera
transnacional, servida en exclusiva por religiosos salesianos y dependiente de
la Congregación De Propaganda Fide, experiencia singular con un territorio que abarcaba
áreas de soberanía chilena, argentina y británica[3].
En 1916, la Santa Sede acuerda con el gobierno chileno la creación del
Vicariato Apostólico de Magallanes e islas Malvinas y lo confía al cuidado
pastoral de la sociedad salesiana fundada por san Juan Bosco, con
obispos-vicarios de nacionalidad chilena.
Así, desde 1844 la vida pastoral
del territorio estuvo dirigida por abnegados religiosos misioneros que
intentaron evangelizar a la población autóctona y enseñaron la doctrina
cristiana a los demás inmigrantes, asumiendo múltiples iniciativas
educacionales, sociales y culturales, en un ambiente muchas veces hostil, ya
por la fiera naturaleza, ya por la animadversión contra la Iglesia o los
escasos recursos materiales.
DOCE NOMBRES
PARA UNA MADRE
En el transcurso de la breve
historia de la Iglesia en Magallanes el paso de pastores, religiosos y laicos
de diverso origen o carisma ha dejado la huella de sus devociones en el caleidoscopio
de la piedad mariana pública vigente en las comunidades cristianas de la
Patagonia. De la larga letanía de advocaciones con que los católicos la
invocan, he aquí los que en tierras y mares magallánicos han hecho vibrar
corazones y labios de los discípulos y misioneros de Jesús cuando acuden a su
Madre.
En el período de la colonia penal –eso fue Punta Arenas en sus inicios- destaca la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, titular de la primera iglesia de la colonia y de la vice parroquia erigida por el Obispado de Ancud para atender a los habitantes del poblado. Posteriormente pasaría a segunda titular, cuando el obispo Ramón Ángel Jara –obispo de Ancud- creó la parroquia, dándole como primer titular el Sagrado Corazón de Jesús el 15 de mayo de 1901[4].
Los franciscanos, fieles a su
tradición, promovieron la devoción a la Purísima
Concepción de María Santísima, llegando a iniciativas curiosas. Movido por
el deseo de promover la piedad cristiana, uno de los misioneros -fray Mateo
Matulski- en 1876 procedió a bendecir un mascarón de proa rescatado de un naufragio
al que la pequeña comunidad cristiana de la naciente ciudad de Punta Arenas
llamó “Virgen de la Tierra del Fuego”[5],
creando una cofradía que habría de promover su culto, si no hubiera intervenido
el Gobernador de la Colonia que, enemistado con el único sacerdote de la región,
vicepárroco y capellán del presidio, malogró el piadoso proyecto con un bullado
proceso administrativo.
La llegada de los salesianos, el 21
de julio de 1887, vino de la mano con la figura de María Auxiliadora que introdujeron en sus misiones, colegios y
oratorios; promoviendo su devoción hasta el presente. Con sus propios recursos,
la dádiva de los magnates y el óbolo de los pobres, edificaron, entre otros, un
hermoso templo, consagrado como Santuario de María Auxiliadora; la más bella
obra de arquitectura religiosa en toda la Patagonia, resplandeciente por los
cristales de sus lámparas, los mármoles de sus altares y los vitrales que lo
ornamentan. En 1987, a petición del obispo Tomás González M., el Papa Juan
Pablo II -de visita en la ciudad- coronó una imagen de María Auxiliadora y la
declaró Patrona de la diócesis de Punta Arenas. Su fiesta, en los gélidos días
de mayo, es una cálida manifestación de piedad.
La Compañía de las Hijas de la
Caridad de san Vicente de Paul, presente en la región desde el 2 de abril de
1936, trajo la devoción a la Virgen de
la Medalla Milagrosa. En 1960 fundaron la Escuela “La Milagrosa”. En 1987
obtuvieron que la capilla del Hogar del Niño Jesús de Praga se convirtiera en
“Santuario de la Medalla Milagrosa” y en 1997 levantaron un monumento a la Virgen
en el llamado “Centro geográfico de Chile”, meta de una peregrinación anual el
domingo más cercano al 27 de noviembre. A esta advocación la diócesis dedicó en
1957 la parroquia creada en Cerro Sombrero para atender a los trabajadores del
petróleo.
En la primera mitad del siglo XX,
piadosos misioneros salesianos promovieron también la devoción a la Virgen de Lourdes, edificando
artísticas “grutas” en el interior de sus iglesias, adyacentes a ellas y en
otros lugares públicos o privados. La peregrinación a la gruta del Hogar del
Niño de Miraflores llegó a ser una de las más concurridas manifestaciones de
piedad mariana en la ciudad de Punta Arenas cada 11 de febrero.
La
ruta marítima habitual para llegar a Punta Arenas desde el norte del
país fue signada con un hito mariano en 1946, cuando, concluido el Congreso
Eucarístico Nacional celebrado en Punta Arenas, se instaló en el islote Clío de
la Angostura Inglesa el monumento con la imagen de María “Stella Maris”.
A estas advocaciones se agregó la Virgen de Fátima que, en el marco de la
“guerra fría”, llevó a declararla titular de la parroquia creada el año 1963 en
el barrio obrero autoconstruido por inmigrantes de Chiloé: La Población 18 de
septiembre.
El Movimiento Apostólico de
Schoenstatt, fundado por laicos provenientes del centro de Chile, ha traído a
Magallanes la devoción a la Mater Ter
Admirabilis y le han levantado una ermita, hacia la cual promueven
peregrinaciones de sus miembros y de sus simpatizantes.
La espontánea piedad popular ha
dado origen a un centro devocional dedicado a la Virgen Morena de Montserrat junto a una cascada natural
en Río Verde lugar ubicado a 132 Km al noreste de Punta Arenas hasta donde
llegan miles de peregrinos el segundo domingo de enero. Desde 1992 la diócesis
provee asistencia espiritual y organiza celebraciones litúrgicas en el día de
la peregrinación, culminando con la santa misa que preside el obispo a campo
abierto junto al mar.
De hondo contenido bíblico y
litúrgico es la devoción a la Virgen
Candelaria antiquísima en Chile y conservada en los reductos de la piedad
tradicional. Los migrantes provenientes de las dos riberas del canal de Chacao
se han organizado para revivir la piedad ancestral y desde hace 20 años
celebran la fiesta de la Candelaria en Punta Arenas con novena, vísperas, misa
y procesión[6].
La devoción a Nuestra Señora de los Dolores, asociada al culto de Jesús Nazareno,
es seguida por muchos católicos que peregrinan al santuario que los chilotes
han levantado en Punta Arenas al Cristo de Caguach.
Cabe hacer notar que, siguiendo la recomendación pastoral de no multiplicar las imágenes marianas en un mismo templo, en este santuario la imagen vestida de la "Mater Dolorosa" luce los hábitos característicos de otras advocaciones en el transcurso del año; sea de la Candelaria, del Carmen o de la Purísima, para las respectivas novenas, mes de María y grandes fiestas del calendario litúrgico.
Cabe hacer notar que, siguiendo la recomendación pastoral de no multiplicar las imágenes marianas en un mismo templo, en este santuario la imagen vestida de la "Mater Dolorosa" luce los hábitos característicos de otras advocaciones en el transcurso del año; sea de la Candelaria, del Carmen o de la Purísima, para las respectivas novenas, mes de María y grandes fiestas del calendario litúrgico.
La pluralidad de advocaciones
marianas expresa el variado origen de las migraciones que, en breve arco de
tiempo, van conformando la sociedad regional y, por ende, manifiestan las
preferencias devocionales del clero y el laicado de la iglesia magallánica.
La advocación mariana que parece
unir a los católicos de la región en expresión mancomunada de amor filial a la
Madre de Jesús y de la familia eclesial diocesana es la del Carmelo. Ligada al
patriotismo chileno y expresiva del más genuino nacionalismo, la Virgen del Carmen
con su escapulario que blinda y su manto que cobija representa a la Madre a
quien Dios ha confiado los anhelos fraternos y libertarios del Pueblo de Chile en
su conjunto, por sobre las experiencias grupales o necesidades parciales de
identidad institucional sectorial.
VIRGEN DEL
CARMEN BELLA
Leyendo el archivo del boletín
diocesano “El Amigo de la Familia”, editado semanalmente desde 1908, se
constata que la advocación mariana sostenida permanentemente por los pastores
locales y refrendada con la participación popular en los cultos públicos y
procesiones ha sido la devoción a la Virgen del Carmen[7].
Aunque no hay una imagen milagrosa
que represente a la Reina de Chile y atraiga especialmente la piedad de sus
hijos en la iglesia magallánica, el escapulario y el nombre de la Madre del
Carmelo resuena en corazones magallánicos provenientes de muy diversas
latitudes y parajes del país: marinos y soldados de todo Chile, campesinos y
pescadores de Llanquihue y Chiloé, funcionarios y empleados con sus familias provenientes
de la zona huasa, soldados conscriptos de procedencia urbana o rural que un día
recibieron el escapulario junto con las lecciones de doctrina cristiana
impartidas por sus capellanes institucionales… A todos, les resulta familiar el
nombre de la Virgen del Carmen.
La procesión anual en honor de la
Virgen del Carmen, tradicional en la República, se celebró por largo tiempo el
tercer domingo de octubre, como en tantos otros lugares de la República, siendo
una manifestación del “Chile católico” que en Magallanes adquiría ribetes de
avivamiento patriótico[8].
Desde el año 1968, sesquicentenario
de la Independencia Nacional, con la instauración del “Día de Oración por
Chile”, siguiendo recomendaciones del episcopado nacional, la procesión del
Carmen debió anticiparse en tres semanas con el consiguiente trastorno para una
fiesta mariana vinculada a la irrupción de la primavera en Chile Central. Por
motivos de clima (social y meteorológico) la celebración tuvo altibajos siendo
la tónica predominante un masivo meeting litúrgico al interior de un gimnasio hacia
donde se trasladaba una imagen de la Virgen del Carmen acompañada por un
centenar de personas. Con los años, fue decayendo el esplendor y la
convocatoria de la tradicional “procesión del Carmen”.
No obstante, algunas comunidades
cristianas impulsadas por el Departamento de Religiosidad Popular del Obispado
iniciaron en la década de 1990 la práctica piadosa de la “Novena del Carmen”
previa a la fiesta del 16 de julio con halagadores resultados de participación
familiar. A la fecha, hay 12 capillas en la diócesis que realizan esta novena,
tiempo de encuentro y misión en las largas noches del invierno austral, que
puede verse favorecido con la declaración del día de la Virgen del Carmen como
feriado nacional.
Respondiendo a un deseo de parte
del clero y del pueblo católico, el obispo de Punta Arenas Mons. Bernardo
Bastres F. ha querido devolver el brillo que antaño tuviera la “procesión del
Carmen”. Con esta finalidad, desde 2008, ha convocado el último domingo de
septiembre a un desfile de todas las comunidades católicas para rendir homenaje
a la Madre de Chile en la plaza principal de la capital regional.
La iniciativa del obispo Bastres ha
tenido respuesta entusiasta en parroquias, colegios católicos, movimientos y organizaciones
de la diócesis de Punta Arenas y del obispado castrense que, suspendiendo toda
otra actividad -incluida la dispensa del precepto dominical- acuden con sus
banderas y pendones a rendir filial tributo de amor a la Reina del pueblo chileno.
La policía estimó en 17.000 el número de asistentes al desfile de la Virgen del
Carmen del año 2011.
[1] Rector del santuario de Jesús Nazareno en Punta Arenas.
[2]Fuente: http://www.inemagallanes.cl/archivos/files/pdf/DivisionPoliticoAdministrativa/magallanes.pdf
[3] La
Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional y Tierra del Fuego, comprendía
los territorios ya delimitados por Chile y Argentina en el Tratado General de
límites del año 1881 además del Archipiélago de las Malvinas o Falkland (N. del
A.).
[4] Cfr.:
Massa, Lorenzo. “Monografía de Magallanes”. Escuela Tipográfica del Instituto
Don Bosco. Punta Arenas – Chile. 1945. p. 396.
[5] Cfr.:
Braun Menéndez, Armando. “Pequeña Historia Magallánica”. Editorial Francisco de
Aguirre. Quinta Edición. Buenos Aires 1969, pp. 91-104.
[6] La primera
iglesia construida junto al Estrecho de Magallanes data de febrero del 1584 y,
por voto particular de su fundador –Pedro Sarmiento de Gamboa- fue dedicada a
la Purificación de Nuestra Señora, como entonces se denominaba litúrgicamente a
la fiesta de la Candelaria. (N. del A.).
[7] Son
conmovedoras las crónicas de las multitudinarias manifestaciones de las visitas
realizadas a la región por la imagen histórica de la Virgen del Carmen de Maipú
en las décadas del 50 y del 60. Cfr. El Amigo de la Familia, semanario
interparroquial de la diócesis de Punta Arenas. Apuntes de Crónica de los años
referidos.
[8] La
procesión del Carmen tradicional en Punta Arenas se desarrollaba tradicionalmente
entre la iglesia de san Miguel y la Plaza Muñoz Gamero, centro cívico de la
capital patagónica.