Diferentes, pero Unidos en Jesús.
De muchas manera diferimos unos de
otros.
¡Damos gracias a Dios por la riqueza de
esta variedad!
¡Qué triste sería nuestro mundo si todos
fuéramos iguales, idénticos, ya que solamente veríamos nuestra propia imagen!
Somos diferentes en nuestro rostro,
nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestra ocupación, nuestro lenguaje y
cultura, en tantas otras cosas.
Sin embargo, hay una cosa que nos une.
Pertenecemos a Cristo, estamos unidos en
él.
Jesús quiere que esta unión sea una
unión íntima: como ramas de un mismo árbol, como sarmientos de una misma vid
que da vida.
Todos juntos en él somos uno. Que esta
unión sea íntima y efectiva.