En las bodas de Caná, su primer signo.
Cuando dos jóvenes comienzan juntos un
viaje hacia la aventura de una vida matrimonial, están afirmando que creen el uno
en el otro; que creen en el amor, en la vida, en el futuro.
Éste es el mensaje que nos da Dios hoy.
Él se ha
entregado a sí mismo a nosotros, su pueblo, en una alianza de amor, tan hermosa
y duradera como la del matrimonio,
cuando su Hijo se hizo hombre en la persona de Jesús.
En él se nos ha dado a sí mismo para
siempre, para lo mejor y para lo peor, aceptando que su Hijo entregara su vida
por nosotros, para que tengamos vida.
Él sigue transformando para nosotros el
agua de nuestra rutina y de los fracasos
de nuestra existencia en vino abundante de alegría.
Y el mejor vino se
reservará para el fin, para la felicidad eterna.
En cada eucaristía Jesús transforma para nosotros el pan y el vino en
alimento y bebida de vida.