20 abril, 2012

DOMINGO 3º DE PASCUA


Nuestra fe en el Señor Resucitado es una fe concreta, una fe en alguien que ha resucitado, sí, pero que no es un “fantasma”, ni un producto de la imaginación, sino alguien real y totalmente como nosotros en todo menos en el pecado, sin excluir heridas, cicatrices y dificultades. ¿Es éste el Cristo en quien creemos, que camina con nosotros en el camino de la vida, que nos sostiene con su amor y fortaleza cuando tenemos problemas y nos sentimos heridos? Él ha resucitado realmente, y viene con nosotros para ayudarnos a levantarnos ahora ya en esta vida por encima de nuestros problemas, temores y cobardía, hasta que nos acoja en su eterna alegría y felicidad. Que sea Jesús Nazareno el que esté con nosotros, con el que nos podemos identificar y del que damos testimonio en la vida de cada día.