La viga en el ojo
¿Por qué prácticamente todos nosotros
nos damos cuenta de los defectos y fracasos de los demás, y sin embargo estamos
ciegos a nuestras propias deficiencias?
A menudo culpamos a los demás de lo que
vemos en nosotros mismos.
Miremos hoy a Jesús aquí entre nosotros.
Sí, él vino
para salvar a la gente de sus pecados, pero no juzgaba y condenaba a la gente,
sino que la atraía por su actitud abierta de fraternidad, valoración del bien que
hay en ellos y por darles nuevas oportunidades en la vida.
Hay mucho que
aprender de él.
Pidamos a Jesús tener la bondad de su corazón.