PERDER LA VIDA PARA ENCONTRARLA
Todos los que cultivan plantas, incluso gente de la ciudad que aman las flores,
saben que las semillas tienen que morir en la tierra para que los retoños
puedan brotar de ellas y darnos flores llenas de color.
La semilla
tiene que morir para dar vida.
De la misma
manera, Jesús murió para darnos vida.
Y nosotros,
sus discípulos hoy, tenemos que seguir sus huellas.
Tenemos que
entregarnos a nosotros mismos para que los otros sean felices y vivan.
San Pablo
dice con Jesús: "Nadie vive para sí mismo".
¿Podemos
decir eso de nosotros mismos?
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas