07 agosto, 2013

EL SANTUARIO DE JESÚS NAZARENO EN PUNTA ARENAS


El domingo 15 de marzo de 1992, la Asamblea de fieles que repletaba la iglesia Nuestra Señora de Fátima, en misa presidida por Mons. Tomás González M., hizo "promesa solemne" de construir en Punta Arenas un Santuario a Jesús Nazareno.

El P. Obispo decretó el carácter diocesano de la obra y nombró una Comisión Pro-Construcción.

Con aporte de devotos y donaciones conseguidas por el Departamento de Religiosidad Popular del Obispado, la Comisión adquirió un predio, desde el cual se divisa gran parte de la ciudad.


El Domingo de Ramos de 1993 se peregrinó por vez primera al lugar, plantando la «Cruz de la Esperanza» en el año sesquicentenario del asentamiento chilote en Magallanes.

El Domingo de Ramos de 1994, con asistencia multitudinaria de clero y delegaciones de laicos de toda la región de Magallanes, en presencia de autoridades; el P. Obispo bendijo y puso la primera piedra del Templo Votivo que se dedicará a Jesús Nazareno.

El 27 de abril de 1999, al celebrarse las bodas de plata episcopales de Mons. González, la Comisión Pro-Santuario inauguró la Cruz Monumental.

Con motivo del Jubileo del Año 2000, la Comisión Pro-Santuario decidió levantar una capilla, primicia del santuario prometido y anhelado. El financiamiento lo dio la Comisión y el trabajo se confió al grupo de caballeros de Jesús Nazareno que generosamente respondió a esta iniciativa. La obra se inició el Domingo de Ramos y la primera misa en la capilla se celebró el 30 de agosto del 2000.

El Domingo de Ramos del año 2001 se trasladó a esta capilla la imagen de Jesús Nazareno y la imagen de la Madre Dolorosa. Un grupo de celadoras y celadores se turnan abriendo la capilla todos los días del año. A las 20.00 horas, se celebra la santa misa.

El 1 de julio de 2008 por decreto del obispo diocesano Mons. Bernardo Bastres F. el santuario fue separado –administrativa y pastoralmente- de la parroquia Nuestra Sra. de Fátima, se aprobaron sus estatutos y se nombró un Rector, responsable de la atención pastoral de quienes acuden al santuario.

Hay grupos nazarenos en varias comunidades parroquiales; hacen la novena anual, oran juntos todos los viernes del año y suben al santuario el día de la fiesta diocesana, participando en la procesión.